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Declaración en el Día Mundial de la Paz, 1 de septiembre de 2024


Declaración en el Día Mundial de la Paz, 1 de septiembre de 2024

Con ocasión del Día Mundial de la Paz, deseamos llamar la atención sobre los urgentes desafíos que la humanidad ha tenido que afrontar en los últimos años en forma de guerras, opresión y actos de violencia. En el centro de estas crisis se encuentran las tensiones geopolíticas y los conflictos militares, que están teniendo consecuencias devastadoras, especialmente en Oriente Medio, pero también en Europa. La Tercera Guerra Mundial, que se está desarrollando en diversas formas y dimensiones, supone una grave amenaza para la paz y la estabilidad de nuestras sociedades.

Desde hace más de dos años, en Europa somos testigos de las devastadoras consecuencias de la guerra en Ucrania, que ha provocado un aumento del ambiente bélico y la militarización. Las sociedades sufren los efectos económicos de la guerra, mientras que la militarización y el aislacionismo se imponen como la supuesta solución a nuestros problemas sociales colectivos. Cada vez más, vemos que la guerra y la violencia se consideran una parte aceptable de la realidad política actual.

En Oriente Próximo, por otra parte, varios Estados y actores libran una guerra brutal por los recursos y la influencia. Además de los intereses imperialistas de las superpotencias, los actores regionales, sobre todo Turquía bajo el régimen de Erdoğan, también están exacerbando las tensiones. El expansionismo de Turquía no sólo se limita a las intervenciones militares, sino que también se manifiesta en forma de operaciones violentas contra la sociedad kurda, incluso más allá de sus propias fronteras -a través de milicias mercenarias interpuestas y una amplia guerra de drones-.

Desde el fin del proceso de paz en 2015, Turquía ha cometido crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos en diversas partes de Kurdistán, lo que ha provocado una escalada del conflicto. El Estado turco también sigue aislando al líder kurdo Abdullah Öcalan, garante de una solución pacífica a la cuestión kurda. Además, el gobierno turco utiliza las crisis humanitarias como medio de presión para imponer sus propios intereses políticos, como chantajear a los Estados de la UE en relación con la cuestión de los refugiados o instrumentalizar y convertir en arma a Estado Islámico (ISIS), una herramienta de poder que sigue estando a su disposición.

Pero la represión contra la sociedad kurda y sus esfuerzos por la libertad no se limitan únicamente a Turquía. Irán también reprime brutalmente a la sociedad kurda. Las continuas ejecuciones, especialmente de activistas kurdos, son un terrible ejemplo de esta represión. Sin embargo, la resistencia encabezada por las mujeres bajo el lema «Jin, Jiyan, Azadi» (Mujer, Vida, Libertad) ha mostrado al mundo entero el gran potencial de democratización de la región. Esta resistencia es una respuesta importante a la opresión y la violencia y una expresión de la voluntad de los pueblos de un futuro más justo.

La trágica situación del pueblo palestino es igualmente alarmante. El genocidio en curso en Palestina es una continuación de la limpieza étnica a la que se enfrenta desde 1948. Es un claro ejemplo de flagrante desprecio por los derechos humanos y el derecho internacional. Tanto la cuestión palestina como la kurda son factores clave para la paz en la región que no pueden seguir ignorándose. El sistema internacional de estados-nación no ha logrado resolver estas cuestiones porque niega el derecho de autodeterminación a ambos pueblos.

Para lograr una paz sostenible, debemos centrarnos en soluciones alternativas. La visión democrática confederalista del Movimiento por la Libertad de Kurdistán, centrada en la unidad y la fraternidad de todas las etnias y religiones, ofrece un camino esperanzador. Estos planteamientos pueden crear una base para la coexistencia democrática que aspire a la paz y la justicia para todos.

Frente a la realidad de la modernidad capitalista, que promulga guerras y genocidios para saciar su insaciable codicia y mantenerse con vida, es esencial que todas las fuerzas democráticas actúen al unísono. Nos une no sólo nuestra aspiración a la libertad, sino la forma en que criminalizan nuestra demanda de liberación. Por lo tanto, en esta época de caos y crisis, estamos llamados a dejar de lado nuestras diferencias y hacer hincapié en los aspectos comunes que nos unen como pueblos, trabajadores, mujeres y jóvenes. Unámonos para crear plataformas y foros democráticos alternativos que nos permitan fortalecer nuestra resistencia y luchar por un futuro pacífico y justo.

La Jornada Mundial de la Paz no es sólo una ocasión para una sombría reflexión, sino también una llamada a la acción urgente, para y con todos los pueblos oprimidos del mundo.

Congreso de Comunidades Democráticas de Kurdistán en Europa – (KCDK-E)

Centro Info Kurdistan

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